sábado, 27 de junio de 2015

La mujer del cliente

Ella manda más que nadie en el centro, anteponiendo sus intereses e ideas al colectivo. Se siente fuerte ante el resto de sus compañeras, e incluso ante su jefe. Hace lo que le da la real gana, a pesar de trabajar para una nueva empresa privada que gestiona el servicio de alimentación del hospital y que la tuvo que subrogar hace unos días.

Su marido, cocinero estatutario pero que, ahora, trabaja como administrativo en otro departamento del hospital, "la enchufó" hace unos años en la anterior empresa privada que gestionaba la cocina. Sin lugar a dudas, ayudó su amistad con el Jefe de Servicios Generales, que es quien supervisa a la empresa privada. Este es, junto con cinco Pinches, lo que perdura de una mermada plantilla pública que ha ido abandonando paulatinamente la cocina, cuyo servicio se ha ido externalizado mediante concursos públicos de gestión del servicio de alimentación a pacientes.

Una desagradable reunión tiene lugar en la oficina de la cocina. Ricardo se dirige a la mujer.

- Lo siento mucho. Debemos prescindir de tus servicios -Comunica su jefe con unos documentos en la mano, nómina, liquidación, comunicado de despido y un talón.

- Cooomo! ¡No!. ¡No puede ser! ¡Tiene que ser un error! ¿Yo? ¡No!

- Lamentablemente no lo es.

- Espere. Me voy a buscar a mi marido. ¡No puede ser! -Deja plantado a su jefe, con los documentos en la mano, para aparecer en un par de minutos, lagrimeando, y con un señor que, por lo que acaba de deducir su jefe, trabaja en el centro.

- ¡Esto no se va a quedar así! ¡No me conoce usted a mí! - Le recrimina en tono amenazador el disgustado marido que entra en la oficina, recoge la documentación que firma la trabajadora, y que se marcha sin despedirse.

Un par de meses después, el Jefe de Servicios Generales estatutario de la cocina convoca al Jefe de la empresa de restauracion colectiva para comunicarle que, debido a una grave enfermedad, debe tomar una larga baja médica. Aprovecha la ocasión para presentarle a la nueva responsable, con carencia total en dirección de equipos y de los conocimientos necesarios para el puesto, pero que es la funcionaria a la le que corresponde el puesto.

Transcurridas unas semanas, la responsable dimite ante su incapacidad de desempeñar unas tareas para las que no está preparada. En su lugar, aparece un nuevo y flamante responsable, un viejo conocido para Ricardo, una figura que le recuerda a alguien, concretamente a un disgustado marido.

- Buenos días. No se si me recuerda. Soy el nuevo Responsable de Servicios Generales del Hospital.

Ricardo sabe que la nueva relación no será nada fácil.
¿Podrá, este señor, ser un profesional imparcial en sus funciones de supervisión del servicio que debe prestar la empresa privada? ¿Será posible separar lo profesional de lo personal? ¿Qué debe hacer Ricardo?

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