domingo, 14 de julio de 2013

El autómata matemático y el domador de números

Un nuevo concurso público enfrentará a dos extrañas razas de profesionales que decidirán si su empresa licitará o no, principalmente en base a los beneficios esperados. ¿Quién ganará?

Antonio es Licenciado en Ciencias  Exactas, y Jefe de Operaciones de una importante empresa de restauración colectiva, si bien con cada vez menos clientes, muchos menos. De no ser por la poca gracia para contar chistes (lo cual, paradójicamente, hace reír a sus sufridos oyentes) y de su voraz apetito, origen de redondeadas formas que le confieren un aspecto descuidado, bien podría pasar por un autómata matemático. Importantes decisiones debe tomar a diario, las cuales son siempre gratamente consensuadas con sus maravillosos amigos, los números. Pocos secretos guardan para él. Si se trata de estimar ventas, estas son proyectadas mediante modelos de regresión lineal. Si los datos están correlacionados en el tiempo, entonces se apoya en sus queridas series temporales. Si se trata de configurar la organización de puestos de trabajo, esta es diseñada en base a unos ratios de producción y extraños gráficos. La calidad la sujeta con gráficos de control por variables (datos continuos) o de atributos (datos discretos). Los gastos variables del menú los amarra en base a sus escandallos, considerando la merma que dejan los congelados, las pieles de las verduras, corazones de frutas, por ejemplo. Los gastos generales están cercados en base a características de la maquinaria, como el consumo energético o la antigüedad. Y así, un largo etcétera. Ninguna variable escapa a su tenaz búsqueda de la razón numérica, de su verdad matemática, de su moral científica. Como resultado, una gran parte de los centros posen las cuentas saneadas y los clientes satisfechos (internos y externos). Las desviaciones del resto de centro tampoco escapan a su cacería, las mide estadísticamente, analiza si perteneces a ese maldito porcentaje vetado, imposible, ese odiado error muestral, ese esquivo azar. O, por el contrario, puede que se le escape alguna variable, alguna asociación, alguna presa. Si es así, la persigue, la reta, la somete numéricamente. 
Ricardo, al igual que Antonio, es un incansable buscador de la verdad. Sin embargo, al contrario que él, considera que los números son las sombras de las verdaderas imágenes, proyectadas por la hoguera de la caverna de Platón y que la realidad cambia cada vez a mayor velocidad. Por ello, en su búsqueda, indiscutiblemente debe correr el riesgo de transformarla, cambiar constantemente el escenario real, no aceptar la razón tal cual la conocemos. Si los números no le acompañan hacia su meta, lo que hace es modificar las condiciones, modificar el hábitat, para hacer que las cosas ocurran. Investigación, Innovación y cambio son sus herramientas de trabajo. Confianza, cooperación, trabajo en equipo y compromiso son su filosofía. El "no es posible" está ausente en su vocabulario. Cuando pretende algo, sencillamente va a por su meta, porque los sueños se hacen realidad cuando alguien se empeña con mucha fe, trabajo y constancia en ello.

Un nuevo concurso público. Un nuevo reto para muchas empresas y para muchos profesionales. Seguridad frente a riesgo. Matemáticos frente a resultadistas. La elección dicotómica del escenario frente al cambio disruptor de la realidad. Autómatas matemáticos frente a domadores de números. ¿Quién ganará?