domingo, 25 de noviembre de 2012

Blanca, la dietista

Blanca inicia una nueva y dura jornada como dietista en un importante hospital, donde trabaja para una empresa de restauración colectiva. Es la responsable de la correcta aplicación del  APPCC, de sus registros, así como de comunicar las incidencias y adoptar las adecuadas medidas correctoras. Un día más, combatirá en una auténtica guerra fraticida contra unos diminutos seres, aproximadamente dos millonésimas partes más pequeños que ella, las bacterias. Su tamaño puede llevar a inconscientes trabajadores a confundir la auténtica peligrosidad de algunos de ellos, pero no a Blanca. Ella conoce que cabe la posibilidad de que los alimentos vengan potencialmente contaminados de origen, por lo que deben estar a temperatura estrictamente controlada hasta su desinfección, o bien hasta que, al ser cocinados, el corazón de los mismos alcance la temperatura de seguridad. Otro gran riesgo que Blanca tiene muy presente en la cadena de manipulación de los mismos es la contaminación cruzada. Por ese motivo, actúa con una implacable exigencia a sus compañeros de trabajo, para los cuales infunde un justificado temor, algunos de ellos han sido sancionados por la empresa, al presentar varios descuidos. Por ese motivo, las auxiliares de cocina o cocineros extreman sus procedimientos de trabajo cuando detectan ligeramente su fragancia a cítricos, entre los olores a pescado, carne trabajada en los cuartos fríos o entre los vapores que intentan escapar de la imponente campana de la cocina, que los engulle sin desdén. Blanca es una detective culinaria, que se esmera en captar cada movimiento del investigado, pudiendo ser este el que le presente la prueba definitiva que le falta. El peligro no termina ahí, sino que factores físicos e incluso químicos amenazan también la salud de los comensales, la mayoría inmuno deprimidos, por lo que también son objeto de su perfeccionista dureza investigadora. La eficiencia de su trabajo se reflejará en unas muestras testigo por si fuera necesaria una investigación posterior de las mismas, imprescindibles para ayudar a detectar con exactitud los pacientes afectados y el proveedor, lote y el origen del alimento, en una auténtica trazabilidad hacia delante y hacia atrás. Es una inmensa responsabilidad que se puede reflejar en su rostro cada día, excepto cuando alguna broma o anécdota le lleva momentáneamente a un oasis, que pronto se desvanece. Importante y fundamental tarea, pero no la única. Gran parte de su jornada diaria la dedica a adaptar el menú diario a diferentes tipos de dietas hospitalarias originadas por las prescripciones médicas asociadas a la patología de cada paciente, ayudada por un sistema informático conectado a las diversas unidades de enfermería, que constantemente le suministran información. Cada bandeja, asociada a un paciente, debe llevar sus componentes adecuados, con especial atención en el caso de las alergias. Imponente como un roble, permanece al final de la cinta de emplatado, revisa concienzudamente el interior de las mismas antes de ser tapadas y colocadas en el carro perteneciente a la unidad de enfermería a la que deben ser servidas a la temperatura adecuada. Las indicaciones a las auxiliares o pinches de la cinta de emplatado son constantes, debido a la constante torpeza con la que llenan erróneamente su contenido. ¿Acaso no saben leer?. ¿Estarán mal de la vista?. ¿Que incentivo necesitarán para hacer su trabajo correctamente?. En ocasiones, desea que la empresa las cambie por robot capaz de hacerlo automáticamente, pero eso significaría también la pérdida de empleo de muchas buenas trabajadoras, y compañeras.

Pronto acabará la jornada, pero ella seguirá investigando y analizando su entorno privado. Ningún restaurante escapará a su crítica, discutirá con su pareja por el punto de cocción de la carne, por el contenido de la dieta, ...

Es la penitencia que se soporta por cometer el pecado de la deformación profesional y que sólo el paso del tiempo calma.

¿Has pensado si tú también pecas de deformación profesional?

3 comentarios:

Ana Tortosa dijo...

La deformación profesional es algo importante sobre todo porque demuestra que nos preocupamos por nuestro trabajo y al extrapolarlo a otros ámbitos de la vida nos perfecciona y enriquece. Es muy difícil no prestar atención a lo que sucede a tu alrededor si además forma parte de nuestro quehacer diario
Un post muy interesante

Unknown dijo...

Gracias por tu opinión Ana, comparto contigo las ventajas que conlleva el aprender cómo trabajan los demás, compararlo con el que desempeñamos nosotros, y así impementar mejoras. Sin embargo, está la otra cara de la moneda que es que esto a algunos profesionales les obsesiona y por lo tanto no desconectan de su trabajo.

Anónimo dijo...

Me dedico al secto sanitario y creo que es donde más se da la deformacion profesional, tengo compañeros que acabsn haciendo historia clinica de todo el mundo, eso tampoco es bueno.

Un saludo