sábado, 1 de octubre de 2011

La Restauración Colectiva también cuida a Sofía


Las deliciosas, jugosas y variadas frutas habían desaparecido de la faz de la tierra. Las verduras se escondían precipitadamente en el terroso subsuelo. Llegaban las temibles grasas saturadas, convirtiendo a las buenas Cis en Trans, con ayuda de husmeantes freidoras gigantes y litros de aceite a gran temperatura. Por detrás, centurias de colesterol invadían todo el espacio al alcance de su vista. ¡Todo estaba perdido!. Era cuestión de segundos que la alcanzaran, en su solitaria presencia. Cerró los ojos tanto como pudo. Una terrible masa de grasa sólida la volteó incesantemente.... Sofía....Sofía....Sofía...¡Despierta, que llegamos tarde cariño!. ¿Recuerdas que hoy es tu primer día de comedor?. "Ponte el chandal". "Tienes la leche con los cereales en la mesa". "Te he puesto la fruta en la mochila". "Coge la botellita de agua y no olvides beber mucha". Sofía, mientras se despereza, piensa que no conoce a nadie que dé tantas órdenes seguidas. "Mami se marcha, que llega tarde", oye de nuevo mientras aparece la precipitada figura femenina de su madre. "Te lleva papi". Le suelta un sonoro beso con un gran abrazo y desaparece con mil cosas entre las manos, que no llega a distinguir.



Sofía pasea entre palmeras. Un leve rocio en el cesped moja sus zapatos nuevos, mientras impregna su rostro con un agradable y fresco aroma. Va acompañada de su papi. Todavía recuerda, con alivio, la mala noche, producto de los habituales nervios que, como cada año, sufre en el primer día de comedor. Recuerda a María, su monitora preferida. María es, ante todo, una madre de dos niños, y tiene la posibilidad de ayudar en casa con unos ingresos extra. Pero, en el comedor, todos se sienten un poco familia de ella. Recuerda como le distraía para que tomara el odiado pescado y las que le parecían, antes, amargas verduras. Si no hubiera sido por ella, ahora no le encantaría comerlas. Sofía suspira, ya muy tranquila, porque su tío trabaja para una empresa de Restauración Colectiva, y le ha hablado de este tipo de empresas. También, de la importancia de comer variado, y bien. "No hay un sólo alimento ni familia de ellos capaz de contener todos los nutrientes que necesita el organismo", le decía el otro día con ese aire de profesor que, a veces, le caracteriza. Además, le ha regalado un dibujo muy bonito, la pirámide alimentaria. Sí, ya lo ha decidido, se lo dará a María. Suena un estrepitoso timbre justo cuando entra por la estrecha puerta metálica un poco oxidada, y ve a lo lejos como la cola de su clase se empieza a mover. Corre precipitadamente y se pierde entre una multitud de niños que hoy serán, de nuevo y en parte, alimentados y nutridos, por una empresa de Restauración Colectiva.