sábado, 25 de mayo de 2013

¿Eres parte del problema?


Una mano alzada le invita a cerrar de nuevo la cristalina puerta. No es el momento. La cara de Antonio es claramente expresiva, y esa mano confirma lo que debería haber adivinado justo antes de invadir la oficina. Pegado al teléfono, esta vez. Cuando no son los clientes, o los fríos números que habitan en algún archivo, es el teléfono, se lamenta la intrusa.

Aurora, a menudo, es constante portadora de incidentes varios cuando traspasa la recurrente puerta que separa una de las cocinas que posee el grupo de la oficina del centro de operaciones, donde también se cocina, pero con ingredientes muy diferentes de los del otro lado: fórmulas, cálculos, procedimientos, ... Rara vez consigue tener unos minutos que le alivien de los innumerables problemas que carga sobre su espalda: proveedores que fallan, máquinas que requieren de una reparación que modifica el servicio, personal que no cumple, sustituciones que, según ella, se deben cubrir pero que carecen de presupuesto.... La excepción se produce cuando su jefe se reúne con ella, robando unos escasos minutos a la jornada semanal y casi siempre destinados para exigirle una serie de objetivos, normalmente mejoras de servicio, dirección más eficiente de personal, control de los gastos variables, gestión de la calidad,...

Todavía recuerda la conversación de la última reunión:
- Antonio, ¿Cómo voy a conseguir hacer todo esto que me pides?

- Tú sabes. ¿Cómo se come un elefante?

Aurora se quedó en blanco, pensando en cual podría ser la ocurrencia semanal de su jefe.

- Poco a poco, mujer. Poco a poco. -Palmaditas en su espalda que justo desaparecieron cuando se encontró sola en el otro lado de la puerta del despacho.
.....


Un nuevo día laboral. Las ocho de la mañana. Unas luces comunican a la plantilla que Antonio ha llegado. Aurora se presenta con aspavientos, cuando este todavía no se ha quitado la chaqueta, pero su mente está ya diseñando su inmediata agenda, entrar de lleno en la revisión de los complicados presupuestos del próximo año, en las reuniones programadas, las llamadas a devolver,...

-  Jefe. Tenemos un problema - Comunica amargamente Aurora, con la cara desencajada

- ¡No! -le interrumpe Antonio mientras la coge amigablemente por el hombro. Sutil y hábilmente la acompaña, de nuevo, al pasillo donde tantas veces ha terminado. La puerta se cierra lentamente, intentando digerir convenientemente las últimas palabras de Antonio

-¡Tú tienes un problema! Demostrar que no me equivoqué al contar contigo.

¿Es Aurora parte del problema? ¿Compartes que si no eres parte de la solución lo eres del problema? ¿Delega demasiado su jefe? 

sábado, 11 de mayo de 2013

Perder para ganar

La posición de liderazgo de la empresa de restauracion colectiva que dirige Ricardo es una fuerte losa que pesa terriblemente sobre su cabeza, prácticamente cada día. Alcanzado el éxito más absoluto, gracias a una agresiva estrategia de precios bajos durante años, una idea le obsesiona. Ahora sólo puede perder.

El imponente conjunto de miles de clientes de la empresa es la envidia profesional de los accionistas y directivos de las empresas competidoras, que anhelan ocupar dicha posición o volver a ella. Desconocen que muchos de esos clientes, inevitable y lentamente, arrastran a la empresa hasta la subterránea abcisa de la rojiza rentabilidad y, por ende, en los próximos ejercicios, lejos del privilegiado liderazgo. Y a ella, le seguirá él, lejos del éxito, de las portadas de las revistas económicas, de las reputadas entrevistas en medios de comunicación, de los importantes actos inaugurales,...

Ricardo, absorto por una inquieta indecisión, pasa lentamente las gruesas hojas del borrador del plan estrategico desarrollado para el próximo lustro, hasta ahora caprichosamente mimado con la multiplicación del volumen de negocio y el sumatorio de beneficios. Crecer en volumen y en rentabilidad está al alcance de muy pocas empresas. Ricardo sabe que eso sólo se consigue mediante buenas adquisiciones o, mucho mejor aún, mediante apropiadas fusiones. Sin embargo, el mercado ahora mismo está muy complicado. "Esa es una jugada ganadora que no tiene en esta partida". Ante sí, una difícil decisión, navegar hacia adelante, debatiéndose entre turbias tempestades con el difícil peso del liderazgo que hunde cada vez más a la compañía, esperando encontrar más adelante un salvavidas al que agarrarse firmemente o desprenderse de los ladrones de la rentabilidad que le impiden avanzar hacia un futuro sostenible, reduciendo la dimensión y sólo conservando los clientes rentables, para volver a la senda de los pingües beneficios, una arriesgada opción que implica poner en peligro su "estatus", que su presencia en la compañía sea devorada por las criaturas del mercado y desprenderse del valioso capital humano unido a los clientes menos rentables, a malos contratos, a situaciones económicamente adversas, ... Capital humano que ha trabajado incansablemente para cambiar el sino de la difícil situación, pero que cuyos esfuerzos han resultado estériles ante los hijos de la crisis.
La más difícil situación profesional con la que jamás se ha encontrado. Perder para ganar. ¿Cómo explicar esto al consejo de administración? ¿Acabó su carrera en la empresa?