domingo, 28 de abril de 2013

La imposible decisión de Rebeca


El esfuerzo unido al tenue, pero constante, progreso siempre había acompañado a Rebeca. Los amigos y amigas que la rodeaban, su familia, los compañeros y compañeras de trabajo, incluso las que la envidiaban, admiraban su gestión del tiempo. Siempre trabajó mientras se formaba, incluso en varias empresas simultáneamente en las temporadas donde la necesidad le apremiaba a incrementar sus ingresos. Dejaba las migajas del estricto reloj para su vida social, la cual vivía con una intensidad que contagiaba a quien rodeaba, posiblemente desconocedor del valor que esos pequeños momentos tenían para ella. Las empresas de restauracion colectiva para las que trabajó reconocieron su valía. La promoción planeó tímidamente sobre su proyecto laboral, con pequeños cargos de responsabilidad, pero nunca llegó ese importante cargo de dirección en el que tuviera acceso al poder de transformar la realidad, dotarla de otra dimensión, crear un nuevo estilo, reinventar la empresa de forma que sorprendiera a todos y, así, saciarse del éxito verdadero que siempre le fue negado. Era una intensa obsesión que la guiaba sin descanso.

A Rebeca siempre le gustaron los niños. El instinto de maternidad estuvo esperando pacientemente ese precioso momento en el que la vida cobra un sentido especial. Más que eso, cobra su más absoluto sentido. Ese momento llegó hace unos meses, en un entorno laboral y social estable. Su precioso bebé emite un pequeño sonidito, la mira con sus azules ojos y la desconcierta. Se le nubla la mirada y un nudo en su garganta le impide disfrutar, como ella quisiera, de su mayor logro, de su razón de vivir. Desvía su mirada hacia unos ordenados documentos sobre el escritorio de su pequeño rincón de casa, donde trabaja, estudia, lee. Su mente la lleva hacia la reciente reunión con su superior, hace tan sólo unas horas. Más de quince mil empleados en la compañía y la han seleccionado a ella para ocupar un lugar en la alta dirección. Unas condiciones excelentes pero una terrible, viajar a menudo. Estará fuera de casa la mayor parte de los días laborables. Quizás por deformación profesional, en su mente, elabora una matriz DAFO que la ayude a elegir, a clarificar sus preferencias, a tomar una decisión. Revisa sus fortalezas y debilidades, sus oportunidades y amenazas. Las desglosa en un aire cargado de una intensa y extraña sensación de que se equivocará, elija lo que elija.

¿Le pasará factura su negativa a la dirección de la empresa? ¿Realmente, vale la pena renunciar al éxito laboral frente al personal? ¿Tú que harías?

sábado, 13 de abril de 2013

Ana y la inconsciente Pillina

Un espantoso quejido que se ahoga tras unas abarrotadas ventanas interrumpe el alegre piar de unos pajarillos que habitan en el roble del primaveral jardín, dueño de la estampa más bella del lugar. Procede del edificio de los enfermos mentales más peligrosos. Invadiendo la alargada sombra del imperenne guardián del edificio, unido a un conjunto de otros cuatro más a través de túneles que hacen a su vez de doble muralla que lo aíslan del exterior,  transitan torpemente enfermos mentales libres que se dirigen para observar el espectáculo que cada Lunes se da en el almacén, asomando intermitentemente por la amplia puerta sus pronunciadas sonrisas entre el gentío y colaborando en el jolgorio con grititos de nerviosismo. Es el día del reparto de productos y material de limpieza.


Apenas se escuchan los pasos de la responsable de hostelería y limpieza del centro, Pillina, que se desplaza como una serpiente por los apagados pasillos del psiquiátrico, quizá para que su personal nunca sepa cuando y por donde aparecerá su antigua compañera, ahora jefa, inconscientemente entusiasta de la teoria X.

Se esfuerza en seguirla Ana, la nueva responsable en formación. Acaba de terminar el grado de hostelería y cubrirá este cercano verano sus vacaciones. Pillina fue recientemente subrogada como responsable por la nueva empresa de restauracion colectiva, y pretende enseñar a Ana para que ocupe su lugar en agosto, y poco más. Teme que la desplace laboralmente.

- ¡Apresúrate! y observa bien el sistema de trabajo que la próxima semana lo harás tú. -Pronuncia mientras vigila el entorno, observando inquisidoramente a sus subordinadas, una flota de auxiliares de limpieza que forman una desordenada fila a las puertas del almacén.

- A ver lo que decimos que estoy aquí, eh! Esta es Ana, me sustituirá en mis próximas vacaciones, ¡ojito!

La puerta cruje al girar la muñeca de Pillina y un escandaloso gentío precede a la torturadora de un ejército de cajas, bolsas, y fardos, que roban el enorme espacio de un maltratado almacén, que ha perdido la esperanza y que se contenta ya con que las estanterías del fondo no caigan en las redes del caos.

- A ver si eres capaz de recordarlo todo. Aquí tienes las fotocopias para anotar lo que entregas de cada sección. Tú rebaja la cantidad de lo que te pidan, ¿entiendes? -Ana afirma con la cabeza sin replicar.

- ¡A veeeer! ¿Quién es la primera? ¡Venga! que se nos hace tarde. ¡Remolonas!.

- Yo misma -replica un pequeña auxiliar que ya no cumple las cincuenta primaveras.

- ¿Qué necesitas?

- Cinco botellas de lejía, tres rollos de bolsas de basura grandes, tres de la pequeña, un multiusos y un mocho.

- ¿Tú para que quieres un mocho? -le alza la voz mientras apunta el material dado -utiliza el que tienes todavía. Te doy cuatro botellas, dos rollos de cada tamaño, el multiusos y vas que te matas. Venga ¡La siguiente! -Una pequeña y maliciosa sonrisa se esboza en el rostro de la auxiliar que le presta su lugar a la siguiente compañera.

Así trascurre media mañana, hasta que las cuarenta auxiliares se han aprovisionado de suficiente material como para contentar al office del cual son responsables. Ana que procede de un entorno teórico, donde todo se calcula utilizando ratios, se usa el menu engineering, etc. no da crédito de esa forma de trabajar, a lo loco. ¿Cómo es posible que una responsable trabaje así? Ella lo prepararía sola, sin montar ese circo y hacer perder media mañana a la plantilla. Lo prepararía para cada unidad en las cajas que quedan vacías y en función de ratios, como metros cuadrados a limpiar, por ejemplo, y  también en base a la experiencia, ya que hay constancia escrita de las entregas desde hace tiempo, y no como una burda negociación de mercadillo. Se arma de valor, y se dirige a su escandalosa y sudada compañera 

- Perdona, Pillina, ¿Es que no te das cuenta que ellas te piden de más, ya que saben que les vas a bajar la cantidad solicitada?

- ¡Tú que sabrás! ¡Niñata! ¡Si acabas de salir de la "escuela"! ¡Que no se te ocurra cambiar nada en mi ausencia o te vas a enterar!

Ana se sonroja mientras piensa que a alguien la bailó una "o" por una "i", al ponerle el nombre a su jefa.

¿Somos ante todo pragmáticos o aplicamos convenientemente la teoría? ¿Qué ratios y fórmulas  le aconsejarías a Pillina para gestionar eficientemente el centro?