sábado, 15 de septiembre de 2012

El sorprendente talento de Ricardo


Taco esperaba frente a la diminuta taza de café solo corto que le acababan de servir. Su aroma le invadía la consciencia y le llevaba a unos años atrás. ¿En cuantas ocasiones se habría sentado aquí mismo su excompañero Ricardo,  frente al lugar donde trabajó?. ¿Qué le habría llevado a traicionar a la empresa que se lo enseñó todo?. Diez años es toda una vida y un día, sin previo aviso, cortó de raíz esa magnífica relación. No lo hubiera esperado nunca. Ricardo poseía una sólida formación, era de los que más trabajaba y con cierto éxito en su desempeño. No obstante, le costaba creer que le hubiera bastado para llegar tan alto en una empresa de la competencia. Seguro que conoce a alguien que le ha ayudado, se contestaba a si mismo algo contrariado. Un ligero gesto de malicia invadió su rostro al recordar como encontró en las redes sociales su flamante nombramiento. No pudo reprimir más que unos días esa curiosidad. Pronto, recibió un "encantado de saludarte" unido a un lugar, fecha y hora, en relación a su solicitud de contacto en linkedin, puesto que había extraviado su número de teléfono.
Ricardo tiene su carisma, el sector es muy grande, y nunca se sabe, pensaba absorto cuando el sonido de una silla levemente levantada del suelo rozando la mesa le devolvió a la realidad. Puntual, ante él, su excolega, de una pieza.
   
- Ricardo, ¿Cómo estás, ¡hombre!, y la familia?.

- Un café del tiempo, por favor, - le dijo a la camarera mientras se sentaba y lanzaba su firme mano al encuentro de la de Taco, siempre tímida. Había cambiado su formal vestuario, por uno algo más informal pero mantenía esa cálida sonrisa y la típica mirada inquisitiva que busca algo más allá de lo que se ve superficialmente, de esas que te intimidan amablemente, pensaba Taco mientras Ricardo le exponía brevemente lo que le había cambiado la vida en unos meses, el jaleo del traslado, la matrícula de los "nenes" en el nuevo colegio, y cuantos detalles rodearon su vida después de haber abandonado la misma y haber optado a un nuevo reto laboral. Pronto, Taco, le puso al corriente sobre la situación de sus excolegas y de la evolución de la empresa, lo cual Ricardo conocía casi perfectamente. Conducía la conversación hacia esa esperada mención, que le llevaría a la respuesta de la cuestión que tantas veces se había preguntado, días antes de la entrevista.

- ¡Felicidades por tu nombramiento, qué sorpresa!. Me alegro mucho por ti. Vi tu última entrevista, y ya sabes, inmediatamente pensé, me lo tiene que contar en persona. ¿Desde cuándo tenías esa fantástica idea?.

Ricardo mantuvo el silencio durante unos eternos segundos, como quien reflexiona sobre el modo de llevar a cabo la explicación más oportuna al concreto momento. Por fin, le miró directamente a los ojos con franqueza y le ofreció como respuesta una pregunta, utilizando vagamente el método socrático. 

- ¿Sabes cual es la diferencia entre gasto de personal o sueldos y salarios, como lo quieras llamar, y Capital Humano?.

Taco tuvo la sensación de quien, por un momento, posee la mente en blanco y los labios pegados. Nunca se habría planteado tal diferencia de conceptos. Ricardo le expuso.

- El grado de generación de valor por parte de los trabajadores que comprenden una empresa. Un trabajador se considera un gasto potencial antes de llegar a una empresa y se revisa ampliamente la posibilidad de no tener que incorporarlo. Cuando se decide la formalización del contrato el gasto pasa de potencial a real. Una vez que el trabajador accede a su puesto de trabajo es cuando tiene la capacidad de convertirse en capital humano, en función del grado de generación de valor que traslade al servicio que ofrece o producto que elabora, sin distinción de categoría laboral. Una de las funciones más importantes de un directivo es fomentar el clima necesario para que se produzca esta situación, y una vez conseguida, llevar el proyecto hasta el éxito, de un modo continuo.

El café había desaparecido de ambas tazas, cuando Ricardo continuó con su exposición.

- Mira, durante el último año intenté darte varias ideas, pero siempre estabas ocupado, o bien me decías que lo mirarías con el que lleva el tema, o bien que no lo compartías y me dejabas con la palabra en la boca, etc.

Ricardo se incorporó mirando el reloj, un Michael Kros, como a modo de excusa, que terminaba con la situación de tensa calma, mientras se despedía de su excolega, alargando de nuevo su mano y cerrando la reunión con una marmórea frase.

- Realmente, Taco, nunca me ofreciste la más mínima oportunidad.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Mordida a la fiambrera


Otoño, 2012. Sofi esquiva ligeramente una castigada hoja de higuera que, en su indeterminado rumbo, pretende besar su sonrosada mejilla, como quien quiere hacer una travesura. Camina dos pasos por delante de su "papi", y se vuelve con una pícara sonrisa, para comprobar que está ahí. Se ha hecho una mujercita, pero todavía necesita de la seguridad que le infunde la presencia de su protector. La mochila cargada, tira de ella hacia atrás, lo que le configura una silueta más esbelta, ¡no hay mal que por bien no venga!. En la amplia acera de enfrente está Juan Carlos. Lo mira de reojo. ¡Que bien le sienta el verano!. Ha crecido un montón, ya es más alto que ella. ¡Cuánto se parece a su madre!. Recuerda a María con cariño, su exmonitora, ya no trabaja en el comedor. Ahora son los "profes" los que realizan esta labor, lo que le estresa un poco, ¡no hay forma de perderlos de vista!. A causa de esto, Juan Carlos y su hermano ya no se pueden permitir quedarse a comer en el comedor, no lo pueden pagar, como algunos "compis" más. A Sofí le encantan las "mates", pero no le salen las cuentas. El precio del menú es cada vez mayor, ahora por el I.V.A. que ha vuelto a subir, y cada vez son menos los niños que se quedan en el comedor, porque ya no dan tantas becas, lo que hace que se deba incrementar el precio de nuevo, por los gastos fijos, dicen. Repentinamente, aparece su compañera de pupitre, por detrás, tirándole de la mochila, a modo de saludo. Es Laura, escondida entre sus numerosas pecas. Debería haberla advertido por la intensidad de las notas florales de su nueva colonia, predominando los cítricos y la rosa, atrevida combinación, piensa, mientras trata infructuosamente de devolverle el saludo, que recibe el aire. Laura está ya dos metros por delante. Ha engordado, probablemente, a causa de que se harta a pan ya que, desde que hay que pagar por utilizar la nevera, el microondas y el comedor, si utilizas fiambrera, su madre le envía la comida en un hermoso bocadillo. ¡Pensaba que ese gasto se cubría con los impuestos!. ¡Pronto nos cobrarán por jugar a futbol en el patio, e incluso cobijarte bajo la sombra del viejo árbol que vigila el patio del colegio y que suelta las hojas, posiblemente, por la tristeza con que pasa cada escolar o maestro por debajo de él!. Sofi, está muy preocupada ¿Cómo es posible que planee ante ella la posibilidad de que su esperanza de vida vaya a ser menor que la de su madre?. Ayer hubo comida familiar y se quedó perpleja escuchando algunos comentarios que hacía su tío, que trabaja en restauración colectiva, acerca de las consecuencias de una dieta desequilibrada. Oyó que uno de cada cuatro niños tiene problemas de sobrepeso u obesidad, es decir está enfermo. Pero, no queda ahí la cosa, en 2020, lo estará uno de cada tres. Resulta que se enteró de que la obesidad es una enfermedad, cuyos gastos sanitarios le suponen a España cinco mil millones de euros al año, ¡increíble!, pero cierto, su tío estaba bien documentado, daba datos de La Fundación Ideas
 
Una vez vio una película que hablaba de un impuesto muy raro, que llamaban mordida. Sí, ese sería el nombre que ella le pondría: Mordida a la fiambrera.