domingo, 1 de septiembre de 2013

La energía de Adela



El tránsito de comida hacia el autoservicio es constante. El olor impregna dulcemente la sala del restaurante de la cafetería del hospital que gestiona Taco y la exquisita iluminación dota a la comida de un atractivo especial contra el que el comensal poco podrá hacer en cuanto se situe frente a ella. Todo está perfectamente dispuesto para el servicio. Atender rápida y amablemente a los comensales, a un precio muy competitivo es el objetivo de todo un equipo, el cual coordina sus tareas con el propósito de llevarlo a buen puerto. Tan sólo una figura transita desérticamente el extremo opuesto de la sala, allí mismo donde pronto amanecerán los clientes en búsqueda de restaurar sus cansados cuerpos. Es el Jefe de Área, Antonio, supervisando el restaurante. Parte de sus funciones, entre otras, son que se cumpla toda la normativa en materia de calidad e higiene alimentaria, así como el planning de limpieza, que la oferta gastronómica sea la adecuada y esté correctamente expuesta, etc. En esta ocasión, una nueva tarea ocupa su agenda, averiguar si es cierto lo que la eficaz, seria y servicial camarera, Adela, le ha transmitido en varias ocasiones, abordándolo ante las breves oportunidades mostradas por su jefe Taco, completamente dedicado en esos momentos a tareas alejadas. Muy discreta y sutilmente le ha insinuado la dejadez de este con respecto a las tareas que debe desempeñar y que, de ser ciertas, perjudicarían al servicio y a la imagen de la compañía.
La entrada del autoservicio le presenta la primera prueba. Ni un cubierto preparado. Enfrente, Adela está disciplinariamente ocupada en diversas preparaciones.

-Por favor, Adela, prepara los cubiertos en la cesta del autoservicio -Se dirige Antonio a la citada trabajadora.
-¡Así vamos siempre!, con escasez de todo. No quedan -Protesta esta sin siquiera levantar la vista.

El supervisor busca al responsable del servicio, nerviosamente ocupado en terminar con los pedidos a los proveedores.

-Taco no hay ningún cubierto preparado. Me dicen que no quedan en stock.
-¿Cómo? Sí, los acaba de sacar Ángeles del almacén y ahora mismo los está lavando para el servicio.
-Acompáñame, por favor -le ruega su jefe.
Adela ve venir al Jefe de Área seguido de su responsable, su jefe Taco. La cara le cambia e intenta salir hacia otra zona de trabajo. Sin embargo, una voz le impide ausentarse.
-Adela, perdona. Tú me acabas de decir que no había más cubiertos, pero cuando lo has descubierto. ¿Se lo has comentado a tu jefe?
-Nnnnno -Le han pillado y su Jefe lo sabe.
Taco que permanece impasible hasta el momento, terriblemente sorprendido observando la escena, y mirando los pequeños y diminutos guisantes negros de Adela le añade -Adela, para tu información, sí que quedan y ahora mismo Ángeles los están lavando y preparando.
-Nnno no lo sabía -Tartamudea Adela, buscando fijar la mirada en el interior de la lejana zona de lavado, buscando a su compañera y evitando la dureza de la mirada de su jefe.
-Deberías centrar tu energía en construir y no en destruir -Le reprocha Antonio- ¡Créeme! serás mucho más feliz.

Más tarde, Taco se despide de su jefe -Antonio, ¨se pilla antes a un mentiroso que a un cojo", pasa un buen día.

Antonio le sonríe aliviado mientras introduce sus informes en la carpeta y se dirige hacia la puerta, no tendrá que tomar medidas contra su hombre de confianza en el centro.

¿Que pasará ahora? ¿Cambiará Adela de actitud? ¿Debe tomar alguna decisión Taco?

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