La posición de liderazgo de la empresa de restauracion colectiva que dirige Ricardo es una fuerte losa que pesa terriblemente sobre su cabeza, prácticamente cada día. Alcanzado el éxito más absoluto, gracias a una agresiva estrategia de precios bajos durante años, una idea le obsesiona. Ahora sólo puede perder.
El imponente conjunto de miles de clientes de la empresa es la envidia profesional de los accionistas y directivos de las empresas competidoras, que anhelan ocupar dicha posición o volver a ella. Desconocen que muchos de esos clientes, inevitable y lentamente, arrastran a la empresa hasta la subterránea abcisa de la rojiza rentabilidad y, por ende, en los próximos ejercicios, lejos del privilegiado liderazgo. Y a ella, le seguirá él, lejos del éxito, de las portadas de las revistas económicas, de las reputadas entrevistas en medios de comunicación, de los importantes actos inaugurales,...
Ricardo, absorto por una inquieta indecisión, pasa lentamente las gruesas hojas del borrador del plan estrategico desarrollado para el próximo lustro, hasta ahora caprichosamente mimado con la multiplicación del volumen de negocio y el sumatorio de beneficios. Crecer en volumen y en rentabilidad está al alcance de muy pocas empresas. Ricardo sabe que eso sólo se consigue mediante buenas adquisiciones o, mucho mejor aún, mediante apropiadas fusiones. Sin embargo, el mercado ahora mismo está muy complicado. "Esa es una jugada ganadora que no tiene en esta partida". Ante sí, una difícil decisión, navegar hacia adelante, debatiéndose entre turbias tempestades con el difícil peso del liderazgo que hunde cada vez más a la compañía, esperando encontrar más adelante un salvavidas al que agarrarse firmemente o desprenderse de los ladrones de la rentabilidad que le impiden avanzar hacia un futuro sostenible, reduciendo la dimensión y sólo conservando los clientes rentables, para volver a la senda de los pingües beneficios, una arriesgada opción que implica poner en peligro su "estatus", que su presencia en la compañía sea devorada por las criaturas del mercado y desprenderse del valioso capital humano unido a los clientes menos rentables, a malos contratos, a situaciones económicamente adversas, ... Capital humano que ha trabajado incansablemente para cambiar el sino de la difícil situación, pero que cuyos esfuerzos han resultado estériles ante los hijos de la crisis.
La más difícil situación profesional con la que jamás se ha encontrado. Perder para ganar. ¿Cómo explicar esto al consejo de administración? ¿Acabó su carrera en la empresa?
2 comentarios:
Buenas tardes,
supongo que ocurrirá en otros sectores también. En este, concretamente, al escaso margen que proporciona se ha agregado un intrusismo y una competencia desleal que ha llevado a muchas empresas del sector a la desaparición. Desde luego que hay muchos Ricardo, y muchas empresas que, ante el espejismo de incrementar su facturación, han abonado el campo para la proliferación de "Ricardos". Pienso que una empresa subsiste, siempre, si elige bien el perfil de sus Clientes. Crecer de forma sostenible es lo ideal.
Esta fórmula de competencia, basada únicamente en bajar precios sin adecuar costes, en situaciones como la actual pasan factura, además de desvirtuar el mercado.
Un saludo.
Gracias por compartir tu reflexión Juan Manuel.
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