
Un espantoso quejido que se ahoga tras unas abarrotadas ventanas interrumpe el alegre piar de unos pajarillos que habitan en el roble del primaveral jardín, dueño de la estampa más bella del lugar. Procede del edificio de los enfermos mentales más peligrosos. Invadiendo la alargada sombra del imperenne guardián del edificio, unido a un conjunto de otros cuatro más a través de túneles que hacen a su vez de doble muralla que lo aíslan del exterior, transitan torpemente enfermos mentales libres que se dirigen para observar el espectáculo que cada Lunes se da en el almacén, asomando intermitentemente por la amplia puerta sus pronunciadas sonrisas entre el gentío y colaborando en el jolgorio con grititos de nerviosismo. Es el día del reparto de productos y material de limpieza.
Apenas se escuchan los pasos de la responsable de hostelería y limpieza del centro, Pillina, que se desplaza como una serpiente por los apagados pasillos del psiquiátrico, quizá para que su personal nunca sepa cuando y por donde aparecerá su antigua compañera, ahora jefa, inconscientemente entusiasta de la
teoria X.
Se esfuerza en seguirla Ana, la nueva responsable en formación. Acaba de terminar el grado de hostelería y cubrirá este cercano verano sus vacaciones. Pillina fue recientemente subrogada como responsable por la nueva
empresa de
restauracion colectiva, y pretende enseñar a Ana para que ocupe su lugar en agosto, y poco más. Teme que la desplace laboralmente.
- ¡Apresúrate! y observa bien el sistema de trabajo que la próxima semana lo harás tú. -Pronuncia mientras vigila el entorno, observando inquisidoramente a sus subordinadas, una flota de auxiliares de limpieza que forman una desordenada fila a las puertas del almacén.
- A ver lo que decimos que estoy aquí, eh! Esta es Ana, me sustituirá en mis próximas vacaciones, ¡ojito!
La puerta cruje al girar la muñeca de Pillina y un escandaloso gentío precede a la torturadora de un ejército de cajas, bolsas, y fardos, que roban el enorme espacio de un maltratado almacén, que ha perdido la esperanza y que se contenta ya con que las estanterías del fondo no caigan en las redes del caos.
- A ver si eres capaz de recordarlo todo. Aquí tienes las fotocopias para anotar lo que entregas de cada sección. Tú rebaja la cantidad de lo que te pidan, ¿entiendes? -Ana afirma con la cabeza sin replicar.
- ¡A veeeer! ¿Quién es la primera? ¡Venga! que se nos hace tarde. ¡Remolonas!.
- Yo misma -replica un pequeña auxiliar que ya no cumple las cincuenta primaveras.
- ¿Qué necesitas?
- Cinco botellas de lejía, tres rollos de bolsas de basura grandes, tres de la pequeña, un multiusos y un mocho.
- ¿Tú para que quieres un mocho? -le alza la voz mientras apunta el material dado -utiliza el que tienes todavía. Te doy cuatro botellas, dos rollos de cada tamaño, el multiusos y vas que te matas. Venga ¡La siguiente! -Una pequeña y maliciosa sonrisa se esboza en el rostro de la auxiliar que le presta su lugar a la siguiente compañera.
Así trascurre media mañana, hasta que las cuarenta auxiliares se han aprovisionado de suficiente material como para contentar al office del cual son responsables. Ana que procede de un entorno teórico, donde todo se calcula utilizando
ratios, se usa el
menu engineering, etc. no da crédito de esa forma de trabajar, a lo loco. ¿Cómo es posible que una responsable trabaje así? Ella lo prepararía sola, sin montar ese circo y hacer perder media mañana a la plantilla. Lo prepararía para cada unidad en las cajas que quedan vacías y en función de ratios, como metros cuadrados a limpiar, por ejemplo, y también en base a la experiencia, ya que hay constancia escrita de las entregas desde hace tiempo, y no como una burda negociación de mercadillo. Se arma de valor, y se dirige a su escandalosa y sudada compañera
- Perdona, Pillina, ¿Es que no te das cuenta que ellas te piden de más, ya que saben que les vas a bajar la cantidad solicitada?
- ¡Tú que sabrás! ¡Niñata! ¡Si acabas de salir de la "escuela"! ¡Que no se te ocurra cambiar nada en mi ausencia o te vas a enterar!
Ana se sonroja mientras piensa que a alguien la bailó una "o" por una "i", al ponerle el nombre a su jefa.
¿Somos ante todo pragmáticos o aplicamos convenientemente la teoría? ¿Qué ratios y fórmulas le aconsejarías a Pillina para gestionar eficientemente el centro?